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viernes, 26 de diciembre de 2008

COLESTEROL ELEVADO

NUEVAS PAUTAS PARA LA DETECCIÓN Y EL TRATAMIENTO DEL COLESTEROL ELEVADO

Basado en las últimas investigaciones, el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos difundió un conjunto de pautas nuevas para la detección y el tratamiento del colesterol elevado en adultos. Estos lineamientos suponen una actitud más agresiva en los tratamientos médicos, con especial énfasis en la modificación de estilos de vida como la nutrición y la actividad física.

El Programa Nacional de Educación del Colesterol (NCEP), del Instituto Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos, difundió en junio de 2001 un conjunto de pautas nuevas a aplicar en la práctica médica para la prevención y el manejo del colesterol elevado en adultos.

El documento, denominado “Tercer Informe del Panel de Expertos del NCEP sobre la Detección, Evaluación y Tratamiento de la Hipercolesterolemia en Adultos”, propone una actitud más agresiva en el tratamiento de la enfermedad.

Las nuevas pautas difundidas por el NCEP son las siguientes:

Tratar más agresivamente el colesterol alto en los pacientes diabéticos, ya que además de tener un alto riesgo de padecer un evento coronario en el corto plazo también tienen un riesgo adicional de sufrir un infarto.

Utilizar el perfil lipoproteico como el primer test para la detección del colesterol alto, lo que supone la medición de los niveles de colesterol total, de colesterol “malo” (LDL), de colesterol “bueno” (HDL) y de triglicéridos. Para los adultos sanos, se sugiere la realización de un análisis del perfil lipoproteico una vez cada cinco años.

El colesterol “bueno” (HDL) debe ser considerado un factor de riesgo cardiovascular cuando su nivel es menor a los 40 mg/dL. Si bien anteriormente el nivel mínimo aceptable se situaba en los 35 mg/dL, las últimas investigaciones indican que cuanto más bajos son los niveles bajos de colesterol “bueno” mayores son los riesgos de enfermedad cardiovascular. Se considera que un nivel de HDL superior a 60 mg/dL es protector contra la enfermedad cardiovascular.

Se recomienda la utilización de planes nutricionales más intensos que los usados anteriormente, lo que supone una dieta con un consumo menor de grasas saturadas y colesterol. Las nuevas pautas incluyen ingestas diarias de menos de 7 % de calorías provenientes de grasas saturadas y menos de 200 mg. de colesterol presente en los alimentos que integran la dieta. También fija en el 35 % la proporción de calorías diarias provenientes de la grasa total; de esa cifra, la mayoría debe ser provista por grasa insaturada, que no eleva los niveles de colesterol. Se promueve también el consumo de alimentos que contienen estanoles y esteroles (como algunas margarinas y aderezos de ensaladas) o que son ricos en fibra soluble (como granos, legumbres y muchas frutas y verduras)

Se acentúa la necesidad del control del peso y de la actividad física, que en conjunto con los planes nutricionales supone la adopción de nuevos estilos de vida. Las evidencias indican que la actividad física y el control del peso aumentan las posibilidades de reducir los niveles de colesterol “malo” y de aumentar el colesterol “bueno”.

Identificar el síndrome metabólico de factores de riesgo asociados a la resistencia a la insulina, que frecuentemente ocurren juntos e incrementan el riesgo de eventos coronarios. El síndrome incluye factores como la acumulación de grasa abdominal, presión sanguínea elevada, triglicéridos elevados y niveles bajos de colesterol “bueno”.

Tratamiento más agresivo para triglicéridos elevados, ya que las evidencias lo asocian significativamente con el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular. El tratamiento supone control de peso y actividad física y, cuando el profesional médico lo considere necesario, la utilización de medicamentos.

Desaconsejar el uso de terapias de reemplazo hormonal como alternativa a las drogas utilizadas para bajar los niveles de colesterol. Los estudios existentes no han demostrado que estas terapias reduzcan el riesgo de eventos coronarios o de muerte en mujeres postmenopáusicas que sufren un infarto.

La aplicación de estas nuevas pautas de tratamiento del colesterol elevado en adultos hace pensar que cada vez serán más personas las que deban prestar atención a su salud cardiovascular y someterse a controles periódicos para detectar la presencia de factores de riesgo.

Muchas veces, las personas con riesgo alto de padecer un infarto no están identificadas porque no presentan síntomas importantes, y ese desconocimiento impide que reciban un tratamiento suficientemente intenso para evitar la aparición de la enfermedad cardiovascular.

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