Padecen la enfermedad dos millones de mexicanos. Foto: Antonio Zamora / El Sol de México
Organización Editorial Mexicana
17 de agosto de 2008
Arturo Gómez Salgado / El Sol de México
Ciudad de México.- Es más que un simple cambio en el estado de ánimo, es un repentino e incontrolable "sube y baja" emocional que va de agudas etapas depresivas a impredecibles episodios de euforia o hiperactividad desbordada.
Esta enfermedad de súbitos altibajos emocionales se conoce como trastorno bipolar o maniaco-depresivo y la padecen dos millones de mexicanos altamente susceptibles al suicidio, de los cuales sólo la mitad recibe algún tipo de tratamiento médico.
Enrique Camarena Robles, representante de la Asociación Psiquiátrica Mundial para América Latina, señala que este disturbio emocional está presente en el cinco por ciento de la población mundial y en el 2.0 por ciento de los mexicanos, sobre todo las mujeres en proporción de dos a uno.
Explica que la bipolaridad se origina por alteraciones en la producción de neurotransmisores que desestabilizan la química cerebral, lo que detona o dispara cuadros maniaco-depresivos que en el caso de México sólo 50 por ciento son atendidos médicamente, debido a que se confunden con simples episodios de depresión o crisis nerviosas.
"Estamos hablando de un disturbio emocional de alto riesgo que se manifiesta muy particularmente entre los 18 y 30 años de edad que, de no ser atendido adecuadamente, puede degenerar en suicidio".
De acuerdo con Camarena Robles, la posibilidad de desarrollar ese padecimiento disminuye potencialmente después de los 30 años de edad, lo que significa que 19 millones de mexicanos menores a ese rango de edad son susceptibles de enfrentar en cualquier momento alteraciones emocionales incontrolables.
"La situación es realmente preocupante si consideramos que el índice de suicidio en la bipolaridad es de un 25 por ciento y la mitad de los dos millones que padecen la enfermedad son subclínicos, es decir, consideran que su cambiante estado de ánimo es un problema existencial y sólo se limitan a tomar algún antidepresivo".
Gerhard Heinze, director general del Instituto Nacional de Psiquiatría, apunta que la bipolaridad no es una enfermedad fatídica y, por el contrario, es absolutamente controlable si quien la padece acepta el tratamiento médico.
"Los cuadros depresivos agudos o la euforia desbordada sólo pueden ser dañinos si no hay un seguimiento médico y de ahí la necesidad de acudir a ser diagnosticados en cualquier clínica de salud".
Heinze señala que las alteraciones emocionales son fácilmente controlables con la ingesta de Litio, que es un medicamento normalizador del estado de ánimo, lo que permite al paciente desarrollar normalmente sus actividades cotidianas, aunque aclara que sólo deberá tomarse luego de una exhaustiva evaluación psiquiátrica y bajo estricta prescripción médica.
Apunta que el trastorno bipolar se presenta cuando existe un desequilibrio de sustancias químicas en el cerebro (norepinefrina y serotonina) y para su adecuada detección son necesarios examen psiquiátricos completos y un historial clínico detallado, porque en un 50 por ciento de los casos puede tener bases genéticas.
"Se tienen ya tratamientos médicos efectivos para esa enfermedad, el problema es que una alta proporción de los potenciales pacientes no saben que tienen la enfermedad o aprenden a vivir con comportamientos impredecibles que les ocasionan problemas en el trabajo o en sus relaciones interpersonales".
* ES PROBLEMA DE SALUD PUBLICA
Para la directora de la Asociación Mexicana de Trastorno Bipolar (Amate), Xóchitl Alvarez, la atención de esta enfermedad en México se ha dado a pasos lentos con poca infraestructura e información para acudir a ser diagnosticado.
"El tamaño del reto es de dos millones de mexicanos, de los cuales apenas la mitad reciben atención por falta de recursos económicos y programas destinados a la salud mental".
Expone que muchos jóvenes que padecen ese trastorno sin saberlo, recurren al alcohol y las drogas cuando atraviesan por un estado depresivo o eufórico "y ahí la explicación de muchos accidentes o suicidios, pues un bipolar no mide consecuencias del peligro ni de su comportamiento".
La directora de Amate asienta que aunque se tiene una infraestructura de 32 hospitales psiquiátricos en el país, su estado es deplorable y no se cuenta con especialistas para ese tipo de enfermedad que ha sido prácticamente ignorada en los programas de salud.
"En Amate -puntualiza- llegan pacientes con trastorno bipolar, a quienes en los hospitales oficiales se les negó atención o los enviaron a sus casas con sólo un tranquilizante; no existe una real labor de diagnóstico de esta enfermedad en los programas médicos gubernamentales cuando es ya un problema de salud pública".
* EL SUBE Y BAJA
Situaciones de cuadros maniaco-depresivos están presentes en casi todos los lugares, tal es el caso de Roberto, estudiante de preparatoria, quien luego de una estancia corta en el Instituto Nacional de Psiquiatría y de haber consultado cinco psicoanalistas, ha empezado a controlar sus etapas depresivas y de euforia que le conducían directamente a consumir drogas.
En entrevista, dice que justo al levantarse toma un medicamento que le controla la ansiedad, además de evitar discutir todo aquello que le produzca estrés o, de lo contrario, entra en una etapa de irritabilidad que lo mismo puede durar horas que semanas.
"Tengo pocos amigos, porque en algunas ocasiones me volvía violento y en otras no dejaba de hablar eufóricamente, lo que los incomodaba. Ahora ya me controlo, pero no puedo ocultar mi irritabilidad cuando algo no me parece bien".
Otro caso es el de Ana, quien ya en dos ocasiones intentó el suicidio cuando pasó por una etapa depresiva. "Me corté las venas, pero mi hermana se dio cuenta y me trasladaron al hospital".
En el segundo intento ingirió alcohol con antidepresivos y tampoco le funcionó. Luego, en contraste con sus periodos de angustia y depresión, se volvió hiperactiva. "No dormía y me sentía llena de energía y alegría hasta que empecé a tener alucinaciones que hicieron que mis padres me llevaran al doctor".
Ana acude con el psicoanalista y toma medicamentos para controlar la depresión. Estudia una carrera universitaria y desde que se le detectó la enfermedad hace dos años está permanentemente en contacto con sus padres, preocupados por un repentino cambio de comportamiento que le implique lesionarse o tener problemas con sus compañeros.
REPERCUSIONES LABORALES
Estudios de la Organización Mundial de la Salud revelan que el trastorno bipolar afecta la calidad de vida de quienes lo padecen e implica pérdida de días laborables. En el caso de México, un paciente con esta enfermedad implica la merma anual de 127 días de productividad, ya sea por ausentismo o presentarse a laborar pero sin disposición a desarrollar su labor de manera eficiente.
Además, señala el estudio, una persona bipolar desarrolla relaciones interpersonales negativas debido a su cambiante estado de ánimo, por lo que su tiempo promedio en un empleo es de entre un año y año y medio.
Calcula que de los aproximadamente dos millones de bipolares en México, alrededor de 300 mil están en activo laboral, la mayoría sujetos a tratamiento médico, ya sea en clínicas oficiales o privadas.
SIN DIFERENCIA DE GENEROS
Aunque la Encuesta Nacional de Salud Mental del Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente" señala que el trastorno bipolar está presente en dos mujeres por cada hombre, el doctor Carlos Berlanga comenta que no existe en rigor una prevalencia de género, debido a que en los varones se manifiesta por manías a veces imperceptibles, que es hablar mucho y rápido o sentirse una persona con capacidades extraordinarias.
En cambio, en la mujer es más manifiesto porque sufre de fases depresivas que no puede ocultar como irritabilidad, sueño y problemas interpersonales. Además, la mujer es más propensa a buscar en lo inmediato un medicamento para controlar su ansiedad o depresión.
Berlanga precisa que, de acuerdo con la encuesta, 30 por ciento de los bipolares abusan del alcohol y las drogas para atenuar su ansiedad o hiperactividad. "El paciente en estado de manía o de euforia puede beber en exceso o consumir sustancias como producto de su descontrol emocional".
El integrante de la Academia Nacional de Medicina menciona que el riesgo de suicidio en los bipolares es de 25 por ciento, porque en estado depresivo no les importa la vida y en estado de manía se sienten omnipotentes y no miden riesgos.
Ciudad de México.- Es más que un simple cambio en el estado de ánimo, es un repentino e incontrolable "sube y baja" emocional que va de agudas etapas depresivas a impredecibles episodios de euforia o hiperactividad desbordada.
Esta enfermedad de súbitos altibajos emocionales se conoce como trastorno bipolar o maniaco-depresivo y la padecen dos millones de mexicanos altamente susceptibles al suicidio, de los cuales sólo la mitad recibe algún tipo de tratamiento médico.
Enrique Camarena Robles, representante de la Asociación Psiquiátrica Mundial para América Latina, señala que este disturbio emocional está presente en el cinco por ciento de la población mundial y en el 2.0 por ciento de los mexicanos, sobre todo las mujeres en proporción de dos a uno.
Explica que la bipolaridad se origina por alteraciones en la producción de neurotransmisores que desestabilizan la química cerebral, lo que detona o dispara cuadros maniaco-depresivos que en el caso de México sólo 50 por ciento son atendidos médicamente, debido a que se confunden con simples episodios de depresión o crisis nerviosas.
"Estamos hablando de un disturbio emocional de alto riesgo que se manifiesta muy particularmente entre los 18 y 30 años de edad que, de no ser atendido adecuadamente, puede degenerar en suicidio".
De acuerdo con Camarena Robles, la posibilidad de desarrollar ese padecimiento disminuye potencialmente después de los 30 años de edad, lo que significa que 19 millones de mexicanos menores a ese rango de edad son susceptibles de enfrentar en cualquier momento alteraciones emocionales incontrolables.
"La situación es realmente preocupante si consideramos que el índice de suicidio en la bipolaridad es de un 25 por ciento y la mitad de los dos millones que padecen la enfermedad son subclínicos, es decir, consideran que su cambiante estado de ánimo es un problema existencial y sólo se limitan a tomar algún antidepresivo".
Gerhard Heinze, director general del Instituto Nacional de Psiquiatría, apunta que la bipolaridad no es una enfermedad fatídica y, por el contrario, es absolutamente controlable si quien la padece acepta el tratamiento médico.
"Los cuadros depresivos agudos o la euforia desbordada sólo pueden ser dañinos si no hay un seguimiento médico y de ahí la necesidad de acudir a ser diagnosticados en cualquier clínica de salud".
Heinze señala que las alteraciones emocionales son fácilmente controlables con la ingesta de Litio, que es un medicamento normalizador del estado de ánimo, lo que permite al paciente desarrollar normalmente sus actividades cotidianas, aunque aclara que sólo deberá tomarse luego de una exhaustiva evaluación psiquiátrica y bajo estricta prescripción médica.
Apunta que el trastorno bipolar se presenta cuando existe un desequilibrio de sustancias químicas en el cerebro (norepinefrina y serotonina) y para su adecuada detección son necesarios examen psiquiátricos completos y un historial clínico detallado, porque en un 50 por ciento de los casos puede tener bases genéticas.
"Se tienen ya tratamientos médicos efectivos para esa enfermedad, el problema es que una alta proporción de los potenciales pacientes no saben que tienen la enfermedad o aprenden a vivir con comportamientos impredecibles que les ocasionan problemas en el trabajo o en sus relaciones interpersonales".
* ES PROBLEMA DE SALUD PUBLICA
Para la directora de la Asociación Mexicana de Trastorno Bipolar (Amate), Xóchitl Alvarez, la atención de esta enfermedad en México se ha dado a pasos lentos con poca infraestructura e información para acudir a ser diagnosticado.
"El tamaño del reto es de dos millones de mexicanos, de los cuales apenas la mitad reciben atención por falta de recursos económicos y programas destinados a la salud mental".
Expone que muchos jóvenes que padecen ese trastorno sin saberlo, recurren al alcohol y las drogas cuando atraviesan por un estado depresivo o eufórico "y ahí la explicación de muchos accidentes o suicidios, pues un bipolar no mide consecuencias del peligro ni de su comportamiento".
La directora de Amate asienta que aunque se tiene una infraestructura de 32 hospitales psiquiátricos en el país, su estado es deplorable y no se cuenta con especialistas para ese tipo de enfermedad que ha sido prácticamente ignorada en los programas de salud.
"En Amate -puntualiza- llegan pacientes con trastorno bipolar, a quienes en los hospitales oficiales se les negó atención o los enviaron a sus casas con sólo un tranquilizante; no existe una real labor de diagnóstico de esta enfermedad en los programas médicos gubernamentales cuando es ya un problema de salud pública".
* EL SUBE Y BAJA
Situaciones de cuadros maniaco-depresivos están presentes en casi todos los lugares, tal es el caso de Roberto, estudiante de preparatoria, quien luego de una estancia corta en el Instituto Nacional de Psiquiatría y de haber consultado cinco psicoanalistas, ha empezado a controlar sus etapas depresivas y de euforia que le conducían directamente a consumir drogas.
En entrevista, dice que justo al levantarse toma un medicamento que le controla la ansiedad, además de evitar discutir todo aquello que le produzca estrés o, de lo contrario, entra en una etapa de irritabilidad que lo mismo puede durar horas que semanas.
"Tengo pocos amigos, porque en algunas ocasiones me volvía violento y en otras no dejaba de hablar eufóricamente, lo que los incomodaba. Ahora ya me controlo, pero no puedo ocultar mi irritabilidad cuando algo no me parece bien".
Otro caso es el de Ana, quien ya en dos ocasiones intentó el suicidio cuando pasó por una etapa depresiva. "Me corté las venas, pero mi hermana se dio cuenta y me trasladaron al hospital".
En el segundo intento ingirió alcohol con antidepresivos y tampoco le funcionó. Luego, en contraste con sus periodos de angustia y depresión, se volvió hiperactiva. "No dormía y me sentía llena de energía y alegría hasta que empecé a tener alucinaciones que hicieron que mis padres me llevaran al doctor".
Ana acude con el psicoanalista y toma medicamentos para controlar la depresión. Estudia una carrera universitaria y desde que se le detectó la enfermedad hace dos años está permanentemente en contacto con sus padres, preocupados por un repentino cambio de comportamiento que le implique lesionarse o tener problemas con sus compañeros.
REPERCUSIONES LABORALES
Estudios de la Organización Mundial de la Salud revelan que el trastorno bipolar afecta la calidad de vida de quienes lo padecen e implica pérdida de días laborables. En el caso de México, un paciente con esta enfermedad implica la merma anual de 127 días de productividad, ya sea por ausentismo o presentarse a laborar pero sin disposición a desarrollar su labor de manera eficiente.
Además, señala el estudio, una persona bipolar desarrolla relaciones interpersonales negativas debido a su cambiante estado de ánimo, por lo que su tiempo promedio en un empleo es de entre un año y año y medio.
Calcula que de los aproximadamente dos millones de bipolares en México, alrededor de 300 mil están en activo laboral, la mayoría sujetos a tratamiento médico, ya sea en clínicas oficiales o privadas.
SIN DIFERENCIA DE GENEROS
Aunque la Encuesta Nacional de Salud Mental del Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente" señala que el trastorno bipolar está presente en dos mujeres por cada hombre, el doctor Carlos Berlanga comenta que no existe en rigor una prevalencia de género, debido a que en los varones se manifiesta por manías a veces imperceptibles, que es hablar mucho y rápido o sentirse una persona con capacidades extraordinarias.
En cambio, en la mujer es más manifiesto porque sufre de fases depresivas que no puede ocultar como irritabilidad, sueño y problemas interpersonales. Además, la mujer es más propensa a buscar en lo inmediato un medicamento para controlar su ansiedad o depresión.
Berlanga precisa que, de acuerdo con la encuesta, 30 por ciento de los bipolares abusan del alcohol y las drogas para atenuar su ansiedad o hiperactividad. "El paciente en estado de manía o de euforia puede beber en exceso o consumir sustancias como producto de su descontrol emocional".
El integrante de la Academia Nacional de Medicina menciona que el riesgo de suicidio en los bipolares es de 25 por ciento, porque en estado depresivo no les importa la vida y en estado de manía se sienten omnipotentes y no miden riesgos.
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